Páginas

sábado, 3 de diciembre de 2011

Perder un avión por información erronea



Un día de Septiembre del 2009  fui al aeropuerto Fumicino de Roma con la  intención de embarcar en  el vuelo de  la compañía Vueling  de las 9:40  con destino a Barcelona. Soy cliente habitual de Vueling desde hace 4 años, anteriormente, doy a conocer a la compañía Vueling, mi situación de discapacitado auditivo. Se  me informa, que no me preocupe por la información de megafonía ya que toda la información de embarque esta representada permanentemente en las pantallas de los monitores.

Pasado el trámite de verificación de mi billete, me dirigí a la puerta de embarque desde donde tendría que subir al  avión, según la información de la propia tarjeta de embarque y la información visual de los monitores.

 La puerta de embarque era la B16, así que me dirigí allí,  y en la pantalla de dicha puerta observo que especifican  3 aviones ordenados según su salida.  Y que el embarque actual era con destino a Munich y también informaba que dicho vuelo salía con retraso. El siguiente  iba a ser con destino a Barcelona.

Me espere sentado delante de la  puerta en zona de espera, viendo a los pasajeros que en teoría iban a Munich embarcando delante de mis narices, y estuve esperando que el monitor  informara de mi vuelo.

Al cabo de un tiempo sobre las 9,30, observo que el vuelo de Barcelona ya no aparece en la pantalla. Pregunte a una trabajadora de vueling que estaba allí, desde donde salía el vuelo a Barcelona. Me responde que ya han cerrado la puerta de embarque, y que han avisado por megafonía  a los últimos pasajeros. Le explico que como persona sorda, no he podido acceder a esta información. Me dice que vaya a las oficinas de Vueling.

Después me dirijo al mostrador de  Vueling, para buscar una solución amistosa, la trabajadora llama por teléfono a un responsable, y se comprueba que, efectivamente  la información de la pantalla no era correcta, que el embarque para Barcelona era en la puerta de B16, pero  en el monitor de dicha puerta ponía Munich.

Luego me dicen que no se hacían responsables de este fallo, aconsejándome que adquiera otro billete para  el próximo vuelo. Pido que me permitan ir en el siguiente vuelo sin coste, me responden que no pueden hacer nada, y que si deseo ir en otro avión debo efectuar el pago.

Compro un nuevo  el  billete,  de 95 euros.

Cuando voy a hacer el check-in he visto a la misma trabajadora de Vueling que estaba en la puerta de embarque y que me informo de que ya había perdido el vuelo. Me indica que para que no me vuelva a pasar  tengo que estar siempre cerca de la puerta de embarque, le informo que es así como lo hago siempre, y aun así he perdido el avión.  

jueves, 10 de noviembre de 2011

El que predica no practica

El relato de Bárbara


Bárbara es una joven chilena que nos cuenta una mala experiencia vivida cuando, por circunstancias de la vida, se quedó sorda a los 23 años.

“Estaba recuperándome de todos los problemas de salud y los medicamentos que me inyectaban, acostada en una cama del hospital, recién asimilando mi sordera. Entran a la sala unas señoras voluntarias del hospital a hablarle a los enfermos de Dios. Se acercan a mi cama y comienzan a hablar las tres al mismo tiempo con sus biblias y postales de Jesús. Me sentía muy confundida, ya que no entendía nada. Las miro, y les comento.

- Disculpen, soy sorda, no escucho nada.

La reacción de las tres señoras fue espectacular, me miran sorprendidas, cierran su biblias, murmuran entre ellas, y se van a la cama de al lado a hablar con otra señora que Si escuchaba. En ese momento lo primero que pensé fue- : esta será la primera de muchas discriminaciones.

Me dolió bastante, me sentí muy mal. ¿no se supone que " debes amar a tu prójimo como a ti mismo? me quedo claro que " el que predica no practica"”

lunes, 13 de junio de 2011

confusiones entre coches

El relato de Paola

Era sábado, apenas salir de una conferencia que habían hecho en Roma, mis padres y yo cogimos nuestro coche para volver a casa. Había mucho trafico, apenas avanzábamos, así que empezamos ha tener una profunda conversación sobre el tema de la conferencia matinal, mis padres son sordos, y nos comunicamos mediante signos. El semáforo se pone en rojo, nos paramos y continuamos signando. De repente, el conductor que esta delante nuestro se baja de su coche y se dirige hacia nosotros con una cara muy desagradable y nos dice:


- Oye… que problema tenéis conmigo? - haciendo las muecas típicas romanas.

Como algún signo que usamos es parecido al de los “cuernos” pensó que los tres nos estábamos mofando de él, y este no estaba dispuesto a permitir tales insultos. Cuando le explicamos el motivo, su cara cambio de color , balbuceó cuatro palabras ininteligibles y se volvió corriendo a su coche porqué el semáforo ya se había puesto verde.

sábado, 14 de mayo de 2011

Mi vecina y su sonrisa.

En frente nuestro, vive una mujer sola que le encanta hablar, aunque yo no lo llamaría así, sino mas bien, cotillear y quejarse . Siempre la vemos lamentándose con algún vecino. El propietario de nuestro piso de alquiler, la evita, ya que suele mirar por la mirilla cuando oye el ruido del ascensor , y cuando esta lo ve, abre la puerta para contarle sus últimas quejas con la comunidad de vecinos . Es muy pesada.

Pero con nosotros es diferente...

La primera vez que tuve una conversación con ella fue un día que al salir de casa, me di cuenta que el tapete de la entrada estaba mal colocado, así que mientras lo estaba poniendo bien, oigo voces a mis espaldas. Me giro y es ella, ( me habrá visto por la mirilla?). Me presento, y le comento que no la he entendido, porque soy sorda, y necesito leer los labios para entenderla. La reacción de la señora fue decepcionante. Me dice cuatro palabras ininteligibles para mi, me dedica una sonrisa, y cierra la puerta sin darme tiempo a responder.

Ahora cuando me la encuentro por la escalera me continua lanzando esas sonrisas tan amplias, pero ni una palabra. ¿Que me estará intentado decir son eso?

El otro día al salir del piso con mi pareja, nos encontramos a la vecina hablando y mirándonos a los dos, Fabry le comenta que no la ha entendido pero la señora continua hablando ininteligiblemente, no hace ni el mínimo esfuerzo para hacerse entender cuando sabe que los dos somos sordos. Nos quedamos pasmados. Ahora soy yo la que le dedico una amplia sonrisa, seguramente tiene tanta impulsividad para hablar, que ya no le importa ni que no la entiendan, pobrecilla.

Al entrar al ascensor ya había una persona. Era con ella con quien estaba hablando, no con nosotros. Vaya, otra metedura de pata.

sábado, 23 de abril de 2011

Otra de médicos

El relato de Marian



Es increíble lo que me ocurrió esta semana en la consulta de un "Médico" especialista. Voy a por unos resultados y comienza a leer para ella misma ( creyendo que yo la iba a entender) hablaba rápido y sin mirarme de frente, le interrumpo recordándole que soy paciente con audífonos, y ella me contesta diciéndome: ¿ Y qué? ¿que quieres que haga? Ya me ha visitado otras veces, y me pareció alucinante su modo de actuar conmigo. Luego me dice que ella es algo sorda también y que también lee los labios, y le digo yo, entonces si tiene el mismo problema que yo, porque no me habla de frente ya sabrá como funciona esto no? y Sonríe..

sábado, 9 de abril de 2011

Evitar a los desconocidos


Suelo evitar a los desconocidos que se me acercan a hablar por la calle, sobretodo si me parecen poco fiables. A veces he vivido situaciones, que no quiero repetir:

Iba por las calles de Barcelona cuando un hombre de unos 40 años me dice algo que no entiendo. Así que con simpatía, me paro, y le hago saber que no le he entendido.

El hombre se sorprende, se debía pensar que iba ha ignorarle y me responde:

- Moza , te interesa conmigo, guapa??

Desvió la mirada y acelero. Me había dicho algún piropo bochornoso, y yo inocente me paré cuando no devía.

En los casos en los que me encuentro una persona que busca una calle, entonces siempre intento ayudar. Si a la segunda repetición no entiendo el nombre de la calle, le digo que no lo sé, hay mas personas dispuestas ha dar una mano mas rapidamente que yo.

Ahora vivo en Italia, y tengo una escusa preparada cuando no me apetece hablar con alguien, sobre todo con los tipicos tipos que te paran por la calle para rellenar una enquesta, o para endosarte publicidad:

- Lo siento, no hablo italiano!

Pero lo cierto es que si que hablo italiano. También suelo utilizar escusas como, no tengo tiempo, o incluso ni contesto. Depende de la situación. Prefiero eso a tener que explicar que soy sorda, como me tiene que hablar, excusarme ante un desconocido no es algo que me guste hacer .

Pero estas escusas no funcionan siempre.

Eran las 5 de la tarde, subo al autobús para ir al centro. Encuentro un asiento libre al final de todo. A la parada siguiente sube un borracho, con una birra, ( a buenas horas). Cruzo los dedos para que no se me acerque, porque no para de decir tonterías a todo el mundo, pero tengo mala suerte, y se acaba sentando justo al lado mio. Y como no, empieza a hablarme.

Me pregunta, señalando la birra:

-Vuoi? (Quieres?)

-No, gracias.
-bla bla bla bla bla bla bla bla bla bla bl.

-No hablo italiano.

- Española!! de donde eres?

La escusa me ha servido de poco, sabe hablar algo español. Tengo dos opciones, irme de allí, dejándole con la palabra en la boca, o decirle que vocalice porque sino no le voy a entender. Uso la segunda, el chico no muestra reparos en vocalizarme. Así que acabamos manteneniendo una conversación, y por coincidencias de la vida, conocia a otra española, que pude a conocer pocos días despues y ahora somos amigas.

Nunca se sabe a quién te puedes encontrar.

sábado, 2 de abril de 2011

Propaganda telefónica

El relato de RS




Suelo trabajar como profesora de refuerzo por las tardes. Un día , me encontraba en casa de una pareja sorda, para dar clases a su hijo, oyente. El padre estaba fuera de casa y la madre en otra habitación. Suena el telefono, y el niño como de costumbre, fué a responder. Pero se encontró con dificultades, y me dio el teléfono a mi, era un operador de una compañía telefónica que ofrece también servicios de internet.

La conversación fue la siguiente:

Yo: Dígame?

Operador: Buenas tardes, hablo con la señora XXX? ( el nombre de la madre del niño)

Yo: No, con quien estoy hablando?

O: Fastweb , queremos proponer a la señora una oferta de internet rápido y a buen precio.

Y: Perdona, si espera un momento la llamo, como ella es sorda tendrá que hablarme a mi, y yo le repetiré todo lo que me diga.

O: Ah…. pero… no hay nadie más con quien pueda hablar?

Y: Si, la señora está, ya se lo he dicho, no hay ningún problema, espere un momento que la voy a llamar…

O: Pero… a ver… yo… la verdad… Pero el marido de la señora esta en casa?

Y: No, no esta, el también es sordo, no veo donde esta el problema, tu me explica su propuesta y yo se la repito a la señora, y después le digo si esta interesada o no.

O: Pero… a ver… Puedo llamar en otro momento?

Y: Mira, los señores ahora son sordos y también lo serán dentro de una hora, al menos que no quiera usted hacer un contrato con el hijo que tiene solo 10 años. Un momento , voy a llamar a la madre…

La madre se acerca y aprovecho para explicarle quien estaba al teléfono y que quería. La oferta no le interesa.

Y: Mire, la señora XXX esta aquí, le acabo de explicar todo lo que me ha comentado y no esta interesada.

El operador cuelga el teléfono sin ni siquiera despedirse.

jueves, 24 de marzo de 2011

Curas milagrosas contra la sordera

El relato de Marco B.



Nací sordo, me diagnosticaron la sordera cuando tenia 2 años en un hospital de Roma, allí los médicos informaban de que en Alemania había un famoso doctor que curaba a pacientes de la sordera a base de inyecciones de un extracto de animal, con este procedimiento muchos habían recuperado toda la audición. Era un tratamiento muy caro, que no entraba por la Seguridad Social.

Mis padres que querían que su hijo pudiera recuperar su oído, por las buenas referencias que tuvieron por mi otorrino, y otros médicos del mismo hospital, contacto con ese doctor alemán, y fuimos a Garmisch, donde tenía su consulta, para empezar el tratamiento. Una vez allí, me inyectaron en un brazo un líquido trasparente que no me hizo ni el mínimo efecto.

Volvimos a Italia, la ilusión y la esperanza con la que fueron mis padres a Alemania , volvieron a casa arrastrándose por los suelos.

Unos meses después, a mis padres les llegó la noticia de que aquel doctor alemán al que nombraban prestigioso, fue arrestado después de que un inspector de sanidad abriera una investigación por las numerosas denuncias de otros pacientes que también habían depositado sus esperanzas y dinero en el tratamiento. Descubrieron que aquellas inyecciones no hacían nada. Nos timaron.

Mi familia no lo denuncio, porque el doctor no era italiano, y era muy complicado denunciar un caso así en aquellos tiempos.

sábado, 12 de marzo de 2011

En el hospital de guardia


El relato de Carmen


En verano me voy a trabajar fuera de casa los meses de julio y agosto. Un verano se me rompió el audífono un sábado por la tarde de agosto, por lo que tenía que esperar hasta el lunes a que abrieran los centros auditivos, pero era imposible, tenía que trabajar y necesitaba oír por lo que me fui a un hospital de guardia a que me hicieran un apaño temporal.

Fui sola, sin oír, llegué y me atendió una enfermera. Le dije lo que me pasaba y escribio ES SORDA en mi expediente con unas letras enormes, me preguntó si oía algo y le contesté que en ese momento no, ya que se me había roto el audífono. Me dijo que saliera a la sala de espera que me avisarían por megafonía cuando me tocara el turno. Me quedé mirándola y le contesté: pero si no oigo cómo me vas a avisar por megafonía!

Quedamos en que saldría una enfermera a buscarme, como había mucha gente, me senté en frente de la puerta y me puse a leer un libro echando un ojo constante a la puerta por si salía una enfermera. Al rato, salió una enfermera y dijo mi nombre, pero no estuve segura, por lo que me quedé mirándola, repitió mi nombre una segunda vez con tono borde y mosqueada (el lenguaje gestual dice mucho más que las palabras), me levanté y me acompañó al otorrino.

El señor otorrino fue incapaz de hacer nada por mi audífono, así que me volví con un ataque de angustia al centro de trabajo. No por no oír, pues en el trabajo me habían asegurado que no pasaba nada, que sólo era un día y que estuviera tranquila. El ataque de angustia fue por lo mal que me trataron, como si fuera tonta.

viernes, 4 de marzo de 2011

El baloncesto y las pilas.

El Relato de Carlos Muncharaz




Jugaba en un equipo junior de baloncesto cuando en un partido me di un golpe tan fuerte con otro jugador que el audífono salió volando. Yo caí al suelo y me hice daño. Me levantaron entre varios compañeros y me sentaron en el banquillo. Yo no oía nada pero notaba que el entrenador me decía algo. Al poco tiempo vino un compañero con mi audífono, que lo había encontrado tirado por el campo y pitando. La gente que estaba en el pabellón me aplaudió para darme ánimos, pero yo me llevé un buen corte...


Y en otro partido, estábamos calentando antes de empezar la primera parte cuando de repente... ¡se me terminó la pila del audífono! Yo necesitaba oír porque estaba acostumbrado a escuchar las instrucciones del entrenador y a comunicarme con los compañeros. Afortunadamente jugábamos en casa, así que salí corriendo del pabellón y me fui a casa a coger otra pila. Cuando llegué otra vez al pabellón ya estaba terminando la primera parte y el entrenador me echó una bronca. Ese es el día que aprendí que no hay que salir de casa sin pilas de repuesto.

viernes, 25 de febrero de 2011

Docentes insensibles en la universidad



El Relato de Carmen


Empecé a estudiar derecho en la universidad, carrera que abandoné al verme incapaz de sacarla adelante por la falta de facilidad y apoyos de los profesores, ya que me resultaba imposible coger apuntes en esas aulas tan grandes y no quería pasarme, por principios y porque no tengo por qué hacerlo si puedo conseguirlo sola, cinco años de carrera dependiendo de compañeros de clase que me dejaran sus apuntes.

Me cambié de carrera a magisterio de audición y lenguaje, estaba contenta, me gustaba el magisterio y además, en menuda carrera me había ido a meter con mi problema de audición. Estaba convencida de que no tendría ningún problema con los profesores a la hora de pedirles un poco de apoyo tal como explicar de cara a la clase y cerca de mi. Sólo hubo un profesor en toda la carrera que me puso las cosas difíciles, en concreto uno que era médico otorrino de profesión y ejerciendo como funcionario.

La frustración que sentía, el trauma infantil que había conseguido superar me volvía con este señor. Abandoné su clase y gracias a mis compañeros, que me prestaron sus apuntes, pude aprobar. Pero el caso no era ese, no era aprobar. Era que un médico otorrino me estaba obligando a depender de mis compañeros para sacar adelante su asignatura, cuando yo soy una persona perfectamente capaz de hacerlo sola. Eso era lo que más me enervaba.

El relato de Cris

Antes de empezar las clases universitarias, te asignan un tutor y hay un encuentro previo, a mi junto otras dos personas nos tocó a uno que era el profesor de una asignatura de primero de carrera. Yo le explique que era sorda, y que tenia la duda de si seguiría bien las clases, el me explico que su hermana también era sorda por una medicación, estreptomicina, me animo a seguir adelante, comentamos que seria bueno avisar a los profesores el primer día para que evitaran hablar de espaldas. Salí contenta y animada de su despacho.

Al día siguiente empezaban las clases, la primera la daba él, yo estaba sentada en segunda fila, al lado del pasillo central, él al verme me saludó con la cabeza. Solo unos minutos después, empieza a moverse por la clase, sin tener en cuenta lo hablado en el día anterior, hasta que se paró, y durante 5 minutos estubo justo de espaldas a mi a hablar hacia los demás . Si ese comportamiento lo tenia mi tutor, y encima tenia una hermana sorda ¿ como sería con el resto de profesores? Fué una gran decepción: la primera clase en la universidad apenas entendí nada.

Sabía que las personas con limitaciones auditivas tenían derecho a fotocopias gratuitas, pero para ello, el tutor tenia que hacer unas gestiones. Mi tutor nunca las hizo, de vez en cuando me pasaba por su despacho, y siempre obtuve la misma respuesta: "no he tenido tiempo, pásate la próxima semana". Hasta que un día cuando iba a segundo de carrera, hablé con el jefe de estudios de ello, porque ya había pasado mucho tiempo, mi tutor tubo el detalle de enfadarse conmigo cuando lo supo.

Eso si, las fotocopias gratuitas nunca las tuve.

sábado, 19 de febrero de 2011

¿Meteduras de pata evitables o inevitables?


Voy con unas prendas al probador de una tienda de ropa. Se que normalmente hay alguien allí dando un numero por prenda, pero, como no vi a nadie, entro a uno de los probadores. Suerte que mientras me sacaba los zapatos tenía la mano apoyada a la puerta, alguien estaba tocándola con mucha suavidad, toc toc toc!


Es la responsable del probador:

- Cuantas llevas? hay que decirlo!

- Ya, pero como no había nadie… cuatro prendas.

Me da un número en forma de colgador. No entiendo mucho porque usan ese procedimiento si al salir nunca cuentan las prendas que entregas ni las que te llevas.

Otro día en la misma tienda, escojo unas prendas y al ir al probador veo a una chica allí, delante de los números en forma de colgador.

- 5

- blablabla

- Llevo 5 – digo esperando el numero.

- blablabla

A veces como no se regular mi voz, tiendo a interpretar que no se me ha oído, así que usando un tono de voz mas fuerte, y mostrando la ropa que llevaba le vuelvo a decir.

-Llevo 5 prendas!

Ya por la manera de mirarme capto que estoy metiendo la pata, me estaba diciendo que ya podía pasar, cuando yo pensaba que me preguntaba que cuantas llevaba.

Me valgo mucho en ambientes en el que siempre se usa la misma metodología, voy mas segura, lo que hace que me esfuerce menos a la hora de leer los labios. Cuando esta metodología cambia, allí es cuando meto la pata.

El otro día tenía que ir con una amiga en autobús a un pueblo , ella me pregunto si sabia cuanto costaba el billete, y le dije que si, que costaba 1,80, pero que quizá había subido el precio. Osea que no costaría mas de 2 euros. El caso es que me equivoque, costaba 2,20. Ella confió en mi , el tener la información antes nos da tranquilidad,  sabe que no tendrá que esforzarse tanto en leer los labios. Subimos al autobús:

- Para ir a espluga

- 2,20euros- el hombre no vocaliza, ella le da 2 euros.

- Y el tiquet?

- Que cuesta dos con veinte, faltan 20 céntimos!.

- Como? para ir a espluga!

- 2,20!!!

- no le entiendo? el tiquet?

Por la cara del conductor, interpretó que algo no iba bien, y resolvió la situación. Se dio cuenta, había metido la pata  por confiar en mi y tener una información errónea. Nos valemos mucho por la información que sabemos anticipadamente,  cuando esta es erronea , muchas veces metemos la pata.
¿Són evitables o inevitables estas situaciones?

viernes, 11 de febrero de 2011

Castigada en clase.

El relato de Carmen





     Estudié la primaria en un colegio privado con unas aulas muy grandes, por lo que me resultaba bastante difícil en muchas ocasiones seguir las clases. Recuerdo especialmente una ocasión en la que la sordera me jugó una mala pasada. Fue en cuarto de primaria, estábamos en clase de inglés leyendo un libro en voz alta, un compañero leía un párrafo, el siguiente compañero el siguiente párrafo y así sucesivamente. En cualquier momento dado, la profesora nos hacía preguntas sobre lo que habíamos leído.

     Yo leía a mi ritmo, ya que no conseguía coordinar el texto con lo que iban leyendo mis compañeros, por lo tanto, al finalizar una parte, lo que yo había leído no iba en consonancia con lo que el resto de la clase había leído. La profesora me preguntó algo que no conseguí entender y le pedí que repitiera tres veces, con su consiguiente y creciente cara de enfado. La tercera vez seguía sin entenderlo, no porque no supiera inglés, sino porque la distancia a la que me encontraba de ella no me facilitaba la lectura labiofacial ni entender el sonido. Me quedé callada contestando que no sabía la respuesta. La profesora pensó que estaba pasando de la lectura y de la clase y que no mostraba ningún interés por seguir la lección por lo que me castigó mandándome a pasar el resto de la mañana a la clase de mi hermano, que estaba en tercero de infantil, y además me puso una nota en la agenda para casa.

     Cuando llegué a casa por la tarde, abochornada y avergonzada, con mi mañana pasada en una clase de niños de 5 años con mi hermano y mi nota en la agenda, mi hermano lo primero que hizo fue contar emocionado que su tata había pasado la mañana con él. Mi madre se enfadó, me echó la bronca y me castigó porque yo fui incapaz, por vergüenza y miedo, de decirle que todo había sido un malentendido y no había entendido las palabras de la profesora.

viernes, 4 de febrero de 2011

Subtítulos en los trenes de larga distancia

El relato de Cris

 
    Después de disfrutar de una pequeña aventura en el camino de Santiago, concretamente de Roncesvalles a Burgos, llega el momento de volver a casa. Llegamos a la estación de Burgos, que se encuentra a las afueras de la ciudad, compramos los billetes, y esperamos en el andén. Nos tocará hacer transbordo, ya que el tren que iba directo a nuestro destino va lleno.


    Dos horas mas tarde ya estamos en el segundo tren, nuestras mentes se llenan de los recuerdos vividos en los últimos días, hasta que de repente se inicia una película, hace mucho tiempo que Fabry, mi compañero de viajes, la quería ver, pero su alegría dura poco, la película no está subtitulada. Los dos somos sordos así que sin ellos poco vamos a entender.

    Al no ver ningún responsable por allí, no nos queda mas remedio que empezar a ver la película sin subtítulos. Una hora después el tren hace una parada en Logroño, empieza a subir gente. Fabry aprovechando la ocasión, baja del tren, corre por el andén hasta la cabina del conductor y le comenta si es posible que ponga subtítulos al DVD. Él no puede, le aconseja que hablé con el revisor, que esta en la cabina del último vagón, Así que cuando todo el mundo esta instalado y el tren retoma su marcha, se va a buscar el responsable.

    Después de recorrer todos los vagones, encuentra al revisor y le comenta la situación.

- Lo siento , no suelo poner los subtítulos, en 10 minutos los añado, cuando acabe de controlar unas cosa .

    Mientras Fabry se dirige a su asiento todo contento,  se da cuenta que la mayoría de personas están viendo la película con unos auriculares. ¡ Por fin la podrá ver el también!

      Lo que no imaginábamos era que no solo pusieron subtítulos, sino que la iniciaron desde el principio. En el tren debía de haber mas de 100 personas mirándola. Mejor para nosotros, aunque a otros seguro que no les ha  hecho mucha gracia,  hacia media hora que había empezado.

    Estamos mirando los dos tranquilamente la película, cuando 15 minutos después, se vuelve a iniciar desde el principio. Otra vez! que raro…. No nos queda mas remedio que volver a ver lo mismo, nosotros por segunda vez, los demás por tercera. No nos importó.

    La película finaliza,  pasa el revisor a controlar los billetes, y al vernos , nos comenta:

- Mira que ha pasado, después de poner los subtítulos, ha venido un señor bastante mosqueado quejándose  porque sin darme cuenta también había puesto el audio a INGLÉS. Lo he tenido que volver a cambiar.

    Lo misma frustración que ha debido sentir la gente al ver la película en ingles nos ha hecho sentir a nosotros al verla sin subtítulos.