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viernes, 25 de febrero de 2011

Docentes insensibles en la universidad



El Relato de Carmen


Empecé a estudiar derecho en la universidad, carrera que abandoné al verme incapaz de sacarla adelante por la falta de facilidad y apoyos de los profesores, ya que me resultaba imposible coger apuntes en esas aulas tan grandes y no quería pasarme, por principios y porque no tengo por qué hacerlo si puedo conseguirlo sola, cinco años de carrera dependiendo de compañeros de clase que me dejaran sus apuntes.

Me cambié de carrera a magisterio de audición y lenguaje, estaba contenta, me gustaba el magisterio y además, en menuda carrera me había ido a meter con mi problema de audición. Estaba convencida de que no tendría ningún problema con los profesores a la hora de pedirles un poco de apoyo tal como explicar de cara a la clase y cerca de mi. Sólo hubo un profesor en toda la carrera que me puso las cosas difíciles, en concreto uno que era médico otorrino de profesión y ejerciendo como funcionario.

La frustración que sentía, el trauma infantil que había conseguido superar me volvía con este señor. Abandoné su clase y gracias a mis compañeros, que me prestaron sus apuntes, pude aprobar. Pero el caso no era ese, no era aprobar. Era que un médico otorrino me estaba obligando a depender de mis compañeros para sacar adelante su asignatura, cuando yo soy una persona perfectamente capaz de hacerlo sola. Eso era lo que más me enervaba.

El relato de Cris

Antes de empezar las clases universitarias, te asignan un tutor y hay un encuentro previo, a mi junto otras dos personas nos tocó a uno que era el profesor de una asignatura de primero de carrera. Yo le explique que era sorda, y que tenia la duda de si seguiría bien las clases, el me explico que su hermana también era sorda por una medicación, estreptomicina, me animo a seguir adelante, comentamos que seria bueno avisar a los profesores el primer día para que evitaran hablar de espaldas. Salí contenta y animada de su despacho.

Al día siguiente empezaban las clases, la primera la daba él, yo estaba sentada en segunda fila, al lado del pasillo central, él al verme me saludó con la cabeza. Solo unos minutos después, empieza a moverse por la clase, sin tener en cuenta lo hablado en el día anterior, hasta que se paró, y durante 5 minutos estubo justo de espaldas a mi a hablar hacia los demás . Si ese comportamiento lo tenia mi tutor, y encima tenia una hermana sorda ¿ como sería con el resto de profesores? Fué una gran decepción: la primera clase en la universidad apenas entendí nada.

Sabía que las personas con limitaciones auditivas tenían derecho a fotocopias gratuitas, pero para ello, el tutor tenia que hacer unas gestiones. Mi tutor nunca las hizo, de vez en cuando me pasaba por su despacho, y siempre obtuve la misma respuesta: "no he tenido tiempo, pásate la próxima semana". Hasta que un día cuando iba a segundo de carrera, hablé con el jefe de estudios de ello, porque ya había pasado mucho tiempo, mi tutor tubo el detalle de enfadarse conmigo cuando lo supo.

Eso si, las fotocopias gratuitas nunca las tuve.

sábado, 19 de febrero de 2011

¿Meteduras de pata evitables o inevitables?


Voy con unas prendas al probador de una tienda de ropa. Se que normalmente hay alguien allí dando un numero por prenda, pero, como no vi a nadie, entro a uno de los probadores. Suerte que mientras me sacaba los zapatos tenía la mano apoyada a la puerta, alguien estaba tocándola con mucha suavidad, toc toc toc!


Es la responsable del probador:

- Cuantas llevas? hay que decirlo!

- Ya, pero como no había nadie… cuatro prendas.

Me da un número en forma de colgador. No entiendo mucho porque usan ese procedimiento si al salir nunca cuentan las prendas que entregas ni las que te llevas.

Otro día en la misma tienda, escojo unas prendas y al ir al probador veo a una chica allí, delante de los números en forma de colgador.

- 5

- blablabla

- Llevo 5 – digo esperando el numero.

- blablabla

A veces como no se regular mi voz, tiendo a interpretar que no se me ha oído, así que usando un tono de voz mas fuerte, y mostrando la ropa que llevaba le vuelvo a decir.

-Llevo 5 prendas!

Ya por la manera de mirarme capto que estoy metiendo la pata, me estaba diciendo que ya podía pasar, cuando yo pensaba que me preguntaba que cuantas llevaba.

Me valgo mucho en ambientes en el que siempre se usa la misma metodología, voy mas segura, lo que hace que me esfuerce menos a la hora de leer los labios. Cuando esta metodología cambia, allí es cuando meto la pata.

El otro día tenía que ir con una amiga en autobús a un pueblo , ella me pregunto si sabia cuanto costaba el billete, y le dije que si, que costaba 1,80, pero que quizá había subido el precio. Osea que no costaría mas de 2 euros. El caso es que me equivoque, costaba 2,20. Ella confió en mi , el tener la información antes nos da tranquilidad,  sabe que no tendrá que esforzarse tanto en leer los labios. Subimos al autobús:

- Para ir a espluga

- 2,20euros- el hombre no vocaliza, ella le da 2 euros.

- Y el tiquet?

- Que cuesta dos con veinte, faltan 20 céntimos!.

- Como? para ir a espluga!

- 2,20!!!

- no le entiendo? el tiquet?

Por la cara del conductor, interpretó que algo no iba bien, y resolvió la situación. Se dio cuenta, había metido la pata  por confiar en mi y tener una información errónea. Nos valemos mucho por la información que sabemos anticipadamente,  cuando esta es erronea , muchas veces metemos la pata.
¿Són evitables o inevitables estas situaciones?

viernes, 11 de febrero de 2011

Castigada en clase.

El relato de Carmen





     Estudié la primaria en un colegio privado con unas aulas muy grandes, por lo que me resultaba bastante difícil en muchas ocasiones seguir las clases. Recuerdo especialmente una ocasión en la que la sordera me jugó una mala pasada. Fue en cuarto de primaria, estábamos en clase de inglés leyendo un libro en voz alta, un compañero leía un párrafo, el siguiente compañero el siguiente párrafo y así sucesivamente. En cualquier momento dado, la profesora nos hacía preguntas sobre lo que habíamos leído.

     Yo leía a mi ritmo, ya que no conseguía coordinar el texto con lo que iban leyendo mis compañeros, por lo tanto, al finalizar una parte, lo que yo había leído no iba en consonancia con lo que el resto de la clase había leído. La profesora me preguntó algo que no conseguí entender y le pedí que repitiera tres veces, con su consiguiente y creciente cara de enfado. La tercera vez seguía sin entenderlo, no porque no supiera inglés, sino porque la distancia a la que me encontraba de ella no me facilitaba la lectura labiofacial ni entender el sonido. Me quedé callada contestando que no sabía la respuesta. La profesora pensó que estaba pasando de la lectura y de la clase y que no mostraba ningún interés por seguir la lección por lo que me castigó mandándome a pasar el resto de la mañana a la clase de mi hermano, que estaba en tercero de infantil, y además me puso una nota en la agenda para casa.

     Cuando llegué a casa por la tarde, abochornada y avergonzada, con mi mañana pasada en una clase de niños de 5 años con mi hermano y mi nota en la agenda, mi hermano lo primero que hizo fue contar emocionado que su tata había pasado la mañana con él. Mi madre se enfadó, me echó la bronca y me castigó porque yo fui incapaz, por vergüenza y miedo, de decirle que todo había sido un malentendido y no había entendido las palabras de la profesora.

viernes, 4 de febrero de 2011

Subtítulos en los trenes de larga distancia

El relato de Cris

 
    Después de disfrutar de una pequeña aventura en el camino de Santiago, concretamente de Roncesvalles a Burgos, llega el momento de volver a casa. Llegamos a la estación de Burgos, que se encuentra a las afueras de la ciudad, compramos los billetes, y esperamos en el andén. Nos tocará hacer transbordo, ya que el tren que iba directo a nuestro destino va lleno.


    Dos horas mas tarde ya estamos en el segundo tren, nuestras mentes se llenan de los recuerdos vividos en los últimos días, hasta que de repente se inicia una película, hace mucho tiempo que Fabry, mi compañero de viajes, la quería ver, pero su alegría dura poco, la película no está subtitulada. Los dos somos sordos así que sin ellos poco vamos a entender.

    Al no ver ningún responsable por allí, no nos queda mas remedio que empezar a ver la película sin subtítulos. Una hora después el tren hace una parada en Logroño, empieza a subir gente. Fabry aprovechando la ocasión, baja del tren, corre por el andén hasta la cabina del conductor y le comenta si es posible que ponga subtítulos al DVD. Él no puede, le aconseja que hablé con el revisor, que esta en la cabina del último vagón, Así que cuando todo el mundo esta instalado y el tren retoma su marcha, se va a buscar el responsable.

    Después de recorrer todos los vagones, encuentra al revisor y le comenta la situación.

- Lo siento , no suelo poner los subtítulos, en 10 minutos los añado, cuando acabe de controlar unas cosa .

    Mientras Fabry se dirige a su asiento todo contento,  se da cuenta que la mayoría de personas están viendo la película con unos auriculares. ¡ Por fin la podrá ver el también!

      Lo que no imaginábamos era que no solo pusieron subtítulos, sino que la iniciaron desde el principio. En el tren debía de haber mas de 100 personas mirándola. Mejor para nosotros, aunque a otros seguro que no les ha  hecho mucha gracia,  hacia media hora que había empezado.

    Estamos mirando los dos tranquilamente la película, cuando 15 minutos después, se vuelve a iniciar desde el principio. Otra vez! que raro…. No nos queda mas remedio que volver a ver lo mismo, nosotros por segunda vez, los demás por tercera. No nos importó.

    La película finaliza,  pasa el revisor a controlar los billetes, y al vernos , nos comenta:

- Mira que ha pasado, después de poner los subtítulos, ha venido un señor bastante mosqueado quejándose  porque sin darme cuenta también había puesto el audio a INGLÉS. Lo he tenido que volver a cambiar.

    Lo misma frustración que ha debido sentir la gente al ver la película en ingles nos ha hecho sentir a nosotros al verla sin subtítulos.